Opúsculos, gotas, guijarros, minimidades
Descerrajaron los tilos
su andanada de fragancias,
cruel metralla de aromáticas memorias,
mezcla de dulces suspensiones
y nostálgicas instancias.
— DHB
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Henchida por su carga de misterios,
acaso inmaculados,
quizás alguno impuro,
surge quebrando el cascarón oscuro
la ráfaga brutal
de blancos despiadados.
— DHB
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Una nube entre las torres,
una vaporosa adivinanza,
un posible ejercicio de delirios.
Pero los cables
han tajeado su vientre.
— DHB
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Un árbol de sombra
crece a los pies del árbol
como un espejo muerto.
Sólo el hueco de su nombre,
sin hormigas ni pájaros.
— DHB
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El tornasol del charco en el asfalto
convierte en espirales indecisos
a los cubos de hierro y de cemento,
los disuelve en su aceitoso piélago
quizá intentando una blandura.
— DHB
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Hieren estos peñones que se alzan
como cuadrangulares condenas al deseo
cortando el horizonte.
Mazas que se abaten urgiendo lo superfluo.
Ríos de cemento…
Ríos de cemento cortando el horizonte.
— DHB
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El almanaque sólo es una convención. Marcas que pone el hombre para tratar de acotar algo tan abstracto y huidizo como el tiempo…
Ilusos.
— DHB
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A Ruth
Pasé junto a la piedra bajo la cual moras
ignorante de la gracia de tus dientes
y has mordido
y has mordido
y he vuelto a pasar
y he vuelto
y he vuelto…
— DHB
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A Ruth
He entrado en esta sala
(nacida cuando llegaste)
no hay muebles
no hay alfombras
pero traje
(y lo poblará todo)
unas lamparitas
que proyectarán tu sombra en las paredes.
— DHB
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