Se clavan en mis costados
las espuelas de tus ojos
y entre espinares y abrojos
mi corazón se atolondra
queriendo alcanzar la alondra
fugaz de tus labios rojos.

El alazán de mi pecho
bombea su roja espuma,
no lo demoran la bruma
ni las toscas del camino,
y, soñando su destino,
en sueños se vuelve puma.

Y como puma sediento
de lo tierno de tu lomo
acechándote me asomo,
pero tus ojazos pardos
ariscos como los cardos
me tornan blando palomo.

Estribillo

¡Ay, ay, ay, ay, si vos supieras
las veces que yo he mudado
pa que un poquito vos me quisieras!
¡Ay, ay, ay, ay, cuánto animal,
mi vida, yo necesito
pa que se alivie todo mi mal!

Y de palomo a lombriz,
de lombriz a pato tuerto
que se duerme o se hace el muerto
soñando volver en cisne
que a lo alto se encamine
buscando tu cielo abierto.

Voy surcando las alturas
tras tu figura nubada
y se avalanza en picada,
precipitando mi suerte,
con su saeta de muerte
el halcón de tu mirada.

Y ya con el pecho abierto,
sangrando sobre la roca,
la alegría me convoca
y se suaviza mi ceño
al ver cumplido mi sueño:
el de morir en tu boca.

Estribillo

¡Ay, ay, ay, ay, si vos supieras
las veces que yo he mudado
pa que un poquito vos me quisieras!
¡Ay, ay, ay, ay, cuánto animal,
mi vida, yo necesito
pa que se alivie todo mi mal!

DHB
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