Semidespierto

El pájaro de oro
de líneas gráciles y furia decidida
ataca la esfera donde un árbol
en su breve planicie verde y acotada
flota sobre un océano diminuto y acerado

Allí la daga de un pez ensimismado
me observa en silencio
obviamente

Brillan, esfera y ave,
suspendidos entre bambalinas negras
y yo, en mi lecho de hojas y de pieles
a la luz de sus aconteceres
desvelo una siesta placentera.

DHB
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