Engendro, por supuesto

Peces en la cabeza
buceando entre las algas voluptuosas de los sueños
peces circunnavegando
las insondables distancias
de azules misterios olorosos a puertos
en donde la mente atraca
de donde la mente zarpa.

Aves en el pecho
calandrias y cóndores
alborotando el aire
con aleteos inflados de promesas
planeando en giros infinitos
buscando cíclicos horizontes
renovadores de curiosidad y anhelo.

Las raíces de los pies
escarbando
hundiéndose afanosas en el humus hirviente
hormigueadas por minúsculas criaturas
husmeando el secreto
bacterial y electrolítico
de la transformación primaria.

En las manos pétalos de tacto explosivo
sedosas antenas receptoras
de la suavidad de las pieles
de la resbaladiza calidez de las volutas del cabello
de la rudeza del asfalto
del filo de las aristas
y el temor de las espinas.

Y en el alma…

las bestias hambrientas del deseo.

DHB
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