A Fabio, que no pudo con tanto
Mordió el hombre su cola de ceniza
deshaciendo entre sus dientes
el germen de la ira y del desprecio
huérfano de horrores
giró sobre sí mismo en busca de su sangre
como una calesita empecinada
tirando tarascones al vacío
mareó sus ansias en vanos remolinos
sombra de su sombra presa en sus mandíbulas
la terca NADA mofándose en su hocico
el gris vacío chiflando entre marfiles
burlona melodía
acicateando salivas sin destino.
Aulló su furia de impotencia
hacia una luna de espaldas a sus bríos
se trepó a las arcadas resonantes de la noche
maldijo en los lenguajes más soeces
quiso arañar y rasgar las telas del silencio
mas sólo había humo
efímero y esquivo.
Tomó impulso
y saltó a la negra boca de su abismo.
— DHB
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