mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Avenoche


Luego de jugar a nada
cuando las tristes máscaras agrietadas
caen con otoñal futilidad
y el carrusel vacío silencia su letanía
paso a paso me adentro en las oscuras mieles de la noche
penetro blandamente la membrana azabache de lo íntimo
y, ya suspendido en la ingravidez vibrante
donde los contrastes afilan sus dagas contundentes,
ansioso espero la llegada del ave.

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Prosa

La belleza, esa sutil subversiva

… o cómo puede o no cambiar la realidad.

Amamos de la belleza lo que en ella vemos de nosotros mismos. Lo sé: no es una idea nueva, pero en estos tiempos tan aplanados, tan avasallados por conceptos como utilidad, riesgo, costo-beneficio, y demás límites que nos impone la “adultez”, vale la pena recordarnos como seres capaces de crear, apreciar, vivir belleza, no sólo en sentido estético (asumo como belleza todo lo que enriquece: conocimiento, bondad, respeto), sino como alimento, como disparador intelectual y sensitivo.

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Humor

Gongorando

Un hemistiquio inicia mi verso alejandrino
y una segunda parte completa su misión
serán catorce versos que marquen el camino
y una cesura o pausa como verbal mojón.

Con éste dos cuartetos de rítmico destino
completo y es el medio de un texto juguetón.
Si, ya casi llegamos, seguro que le atino.
Pues sí, el centro justo: el anterior renglón.

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Nubes a cuerda

Aullando

La hematocrisis continua
de la lámpara de lava
es la pesadilla consciente
del vampiro encadenado

Oscuro Prometeo
su boca
borboteante de saliva
maldice a Pavlov
y clama por una estaca.

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!