mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Los sueños tropicales de Satie


La hoja gigante suda el rocío vespertino
uno a uno gotean pensamientos
si no solemnes
parcos y ensimismados

círculos de espera
expanden sus ondas melancólicas

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Prosa

Memorias del musgo

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Cómo y cuándo llegué a establecerme aquí es algo ya borroso y desteñido por el tiempo, difícil de precisar, tanto sol y tanta sombra han pasado por estos jardines.

Seguramente la brújula desquiciada de mi nariz inquieta y la fobia a los caminos trazados me hicieron tropezar con el bosque brumoso en cuyo ignoto corazón se alzaba (más bien se derruía) el caserón mohoso y oxidado que hoy habito (¿que siempre habité?). Sí recuerdo bien la instantánea sensación de hogar que experimenté al verlo ahí, descascarándose entre aserrines y mamposterías vencidas por el olvido. O por toneladas de recuerdos, que es lo mismo.

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Humor

Oboe

A veces la melancolía
martillea con su oboe cadencioso

sólo a veces

la mayor parte del tiempo
es un pedo en el que me refocilo.

DHB

Nubes a cuerda

Sistema paltario

Suelta el vibráfono sus gotas
como paltas flotando en el ámbar de la tarde

giran y derivan
al influjo de un viento de melaza

las plumas doradas de la piel del día
aletean interyectando sus púas
en la carne pastosa de esas ojivas de olivácea redondez
carne de verde ansia tropical

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!