Apiedrando

“Me atravesaba un río”
Juan L. Ortiz

Tocó mi mano la piedra
y la ladera mi espalda
y sentí que en ese instante
un río me atravesaba.

Con su torrente de historia
y de sales milenarias
un fragor de antiguas voces
por mis venas circulaba.

Se volvió acuosa mi boca
y mineral mi mirada
y un bosque fuerte y brumoso
fue germinando en mi alma.

Caminaron por mi pecho
jaguares de sangre brava
y volaron en mi mente
cóndores de rojas albas.

Roca y selva se impregnaron
en mis carnes azoradas
y el paisaje fue, de a poco,
invadiéndome con calma.

Fui transformando muy lento
mi humanidad transitada,
me desprendí de obsoletas
formas y pieles ajadas.

Endurecí mi epidermis,
alojé insectos y plantas
y sus raíces ansiosas
en mis grietas se aferraban.

Aves de canto y misterio
a mi mudez le cantaban,
lagartos y colibríes
mis durezas visitaban.

Y fui uno con el rostro
grandioso de la montaña.

DHB
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