OrquideAlucinadA

Creo en recuerdos de vidas ajenas,
rastros remotos en mi caminar,
viejas miradas que tiñen mis ojos,
voces que cantan conmigo al cantar.

Tienen mis manos antiguas arrugas
de otras que urdieron, acaso, un telar
con viejos sueños de mansas vicuñas
e hilos de plata con brillo lunar.

Manos que hundieron su anhelo en la arcilla,
barro en espera, greda primordial,
y siento el húmedo beso en mis palmas
de tinajas hechas siglos atrás.

Tal vez mis ojos jaguares y pumas
vieron de antiguo sus lomos arquear,
o polvaredas de choiques y maras
huyendo esquivas por el arenal.

Quizás la vista de una selva virgen,
del musgo frío de arroyo y piedral,
dieron el toque de verde y distancia
fijo en mis ojos, follajes y mar.

Tengo en mi oído rumores de ríos
nunca sentidos con mi piel actual,
cantos de aves que en el monte entonan
salmos silvestres de verde sonar.

Suenan oleajes de arcaicos océanos,
silbar de vientos barriendo el erial,
ramas mecidas por lluvias pasadas,
pisadas sordas por el salitral.

Hollan mis plantas las huellas que antaño
abrieron sendas buscando un lugar
en donde el fuego les diera cobijo.
Cueros y palos, aldea ancestral.

Hielos eternos, flora exuberante,
piedra y arena, montañas y mar
cuentan historias con una voz suave
que en mis entrañas suelen burbujear.

Tal vez un día me renazca el tiempo
disperso en otras almas, anidar
como un recuerdo, rescoldo y memoria,
en otro cuerpo y lo haga soñar.

— DHB