Ding
Ding
suena nuestra hora
en la noche
esperamos
dong
es la madrugada
seguimos esperando
ding
el sol nos abraza
aún es la hora
aún es la espera
dong
Secciones
(bolsillo/mis pruebas)
Ejemplo de Tabbox
Ding
suena nuestra hora
en la noche
esperamos
dong
es la madrugada
seguimos esperando
ding
el sol nos abraza
aún es la hora
aún es la espera
dong
…porque una noche abrí la puerta de ese jardín de estatuas y la luna iluminaba con la nostalgia del olvido la melancolía de su muerte afelpada de musgos. Allí, lenta y constante, aún gotea la canilla oxidada de mi alma; y por los intersticios de las piedras, brillantes como lágrimas, corro mi sangre transparente y alcalina alimentando tréboles huérfanos y juncos desnutridos…
— DHB
Si de escribir se trata, no me niego
a estar con el trasero, quietamente,
anclado en mi butaca, indiferente
a toda circunstancia ajena al juego
de hallar una metáfora decente,
o la chispa inicial que ponga fuego
a la lumbrera interna con que luego
ilumino el vacío de mi mente.
Video
Suelta el vibráfono sus gotas
como paltas flotando en el ámbar de la tarde
giran y derivan
al influjo de un viento de melaza
las plumas doradas de la piel del día
aletean interyectando sus púas
en la carne pastosa de esas ojivas de olivácea redondez
carne de verde ansia tropical
Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.
Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.
¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende
desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.
Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.
¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera