Secciones
A medida que se internaba en la espesura por el angosto sendero abierto por sus frecuentes escapadas, iba recuperando su condición silvestre. Percibía en cada una de sus células las pequeñas descargas provocadas por el roce de las plantas; el hormigueo de la estática alterada le traía remotos recuerdos de épocas en que las sustancias simples comenzaban a combinarse, y con el aire ionizado por tormentas incesantes generaban aminoácidos inexpertos y ansiosos; tiempos de fragmentos estelares, mares y continentes debatiéndose en violentos combates por una geografía siempre inconclusa.
Dejó el vestido al pie de un árbol a orillas del estanque y, como siempre, dudó un instante antes de desnudarse por completo. Las prendas iban cayendo sobre las hojas húmedas con un rumor de aves dormidas.
Sus pies descalzos hendieron la superficie acolchada de los detritos vegetales y una sensación de placer subió sensualmente por sus piernas y se alojó en el centro de su pecho. A pasos lentos fue ingresando en las aguas crepusculares y su piel le agradeció contrayéndose y erizándose, dándole un aspecto levemente escamoso.
Comenzó a deslizarse con movimientos armónicos mientras en las copas de los árboles un coro invisible de variadas voces y aleteos esporádicos acentuaban sus recuerdos primordiales.
Por fin, con una inclinación del torso y un impulso de sus piernas, se sumergió en dirección al lecho fangoso. Con amplias brazadas avanzaba entre partículas y hojas en suspensión, pequeñas algas y artrópodos diminutos.
De vez en cuando sentía a lo largo de su cuerpo el furtivo paso de algún pez y esto renovaba su callado deseo de parecérsele, porque en el fondo sabía que siempre volvería al estanque con la esperanza de que sus fluviales ejercicios le hicieran brotar sus propias branquias para poder quedar inmersa, al fin, en el silencio y la opacidad acogedores, en la atmósfera fantasmagórica de visiones oscuras y difusas, en ese universo de quietud, soledad y olvido.
— DHB
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Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera