Secciones
Por los abalorios de colores
y sus etéreos giros elitistas,
por el marfil encolumnado,
por el arpa ultraterrena y sus acordes
de impiadosa alegoría,
por su universo alambicado,
me cago en la poesía.
Por la costumbre empecinada
de ocultarse tras las tapas
forzando al compromiso y al esfuerzo
de interpretar los brillos
de su bisutería,
por sus manzanas doradas,
me cago en la poesía.
Por el egocentrismo de sus progenitores,
su falta de humildad, de tolerancia,
por su alcurnia, genuina o afecatda
- siempre rancia -
objeto de su cruel coquetería,
por su distancia,
me cago en la poesía.
Porque, altiva, su frente luminosa
irradia las partículas,
a veces tímidas, a veces orgullosas,
que estallan en el alma
con brutal alevosía
o con oleaginosa calma,
me cago en la poesía.
Y porque no zafo de tu trampa,
de la tenaz porfía
con que inquietás mis noches
zumbando en mi conciencia
como un tábano atroz,
poesía,
puta poesía,
mil veces
me cago en vos.
— DHB
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