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Conseguirás tu víctima inocente
en una chacra al borde del camino.
Doce kilos, no más, tendrá el porcino
para que el plato sea procedente.
Una vez degollado, en agua hirviente
deberás desollarlo y un buen vino
descorcharás brindando por el tino
de la destripación, mas sé paciente:
asarlo deberás sin prisa alguna.
Escurrirán sus grasas gota a gota
(atendiendo que no se queme el pecho).
Y el cadáver, cocido y sin fortuna,
ya te complacerá con su derrota.
Dale otra vez al tinto y ¡Buen provecho!
— DHB
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera