OrquideAlucinadA

(de conversas con el amigo Fabio Morasso, que se fue queriendo)

La vida nos arroja al azar a un mundo muchas veces hostil. Algunos caen y brotan en ambientes favorables, otros caemos desnudos e inermes en un cangrejal (pobres cangrejos), del que no sabemos nada ni queremos saber, un mundo que nos es completamente ajeno porque nuestro mundo interior nos dice que pertenecemos a otro totalmente distinto.

La mayoría de las veces no tenemos ni la más mínima herramienta, ni brújula, ni hojas para hacer un cobijo contra las tormentas.
Nos acurrucamos en el peñasco de nuestro propio pecho con la cabeza entre los brazos tratando de sobrevivir a las pedradas de la vida, o caminamos sin norte hacia un horizonte incierto, tratamos de imaginar y de crear un entorno propicio, gritamos al vacío con la esperanza de que alguien responda. A veces encontramos ecos amigos, manos que, como las nuestras, tantean el espacio en busca de otras manos. A veces consiguen enlazarse y se forma una frágil ronda de orfandad y podemos cantar alegres algunas canciones de futuro.
Pero el cascoteo es continuo y lacerante.
Y no sé cómo afianzar aquellos momentos de comunión.
Es complicado, amigo.

— DHB