OrquideAlucinadA

Cuando la realidad te come el bocho
y te seca los sesos y las ganas,
cuando no disfrutás de las mañanas
y la noche es morocha sin morocho

Cuando todos los días y los meses
se pegan en el piso como chicle
y no hay mano piadosa que recicle
toda tu podredumbre, aunque reces,

pegás un grito y ¡zás! rompés un vaso
contra esa pared tonta que te mira
con mueca socarrona y no te tira
ni una punta para zafar del mazo

porque el naipe gastó su calesita
y da el mismo cartón: cuatro de copas,
volcando en el mantel, sobre tus ropas,
el truco y el envido que te grita,

mintiendo con descaro y sin careta,
el pelandrún más nabo de la cuadra,
sabiendo que perdiste, y la cocarda
de gil al cubo cuelga de tu jeta.

Entonces comprendés que no hay tutía,
que hay que armar el bártulo y rajarse,
buscar otra parada y prepararse
mejor para la próxima, que el día,

aún chueco y con bastón, recién empieza,
que hay tiempo de insistir con esa hazaña
de intentar con ganas y con maña
el darle a la pared con la cabeza

hasta tumbarla (¡Ja! ¿Un desatino?)
y ver que el bocho queda de una pieza
y no era fantasía tu certeza
de romperle las aspas al molino.

— DHB