OrquideAlucinadA

Era esa noche
con caricias de cortinas
mano sobre mano en la penumbra del balcón
después de desangrarnos tiernamente
en la arena del amor.

Era esa noche
en que los jazmines elevaban
su plegaria dulzona hacia la luna
que nos plateaba en silencio
con su mirada de ansiedad lobuna.

Era esa noche
esmaltados de rocío ante ese árbol
susurrando al fantasma de tu voz mi credo ateo
rebosante de perfumes y de música,
de brotes y de grietas, de arañas y de helechos.

Era esa noche
en la íntima atmósfera del murmullo
con el aire llevándose ese espacio tibio
que habita entre los cuerpos
a un planeta de lluvias y de girar tranquilo.

Era esa noche
en que mis manos de ciego te veían
como nadie te había visto
leyendo cada uno de tus poros
como se lee un maravilloso pergamino.

Era esa noche
del mirar profundo y paralelo
descifrando los remolinos y las fosforescencias
de su carrusel blando y transparente
henchido de mensajes y presencias.

Era esa noche
secreta y fragante
de miradas acuosas y estrelladas
de cálidos labios
y plácidas palabras.

Fue ESA la noche
y no fue otra.

— DHB
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