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Como sabemos, la Teoría de las Cuerdas (o Conjetura Yepes-Casals-Oistraj ampliada) empezó a formularse en 1974, cuando Jöel Scherk y John Schwuarz fueron expulsados del quinteto de vientos La Soplacaños, acusados de intento de infiltración instrumental por backdoor (historia que será contada, o no, en su debido momento).
Según los autores, el espacio-tiempo no es tri ni cuatri-dimensional, sino que está compuesto, como corresponde al título, por seis dimensiones, variables según región, intensidad de ejecución, devaneos exhibicionistas del ejecutante, etc. Hay constancia de experiencias en las que se observaron doce cuerdas (variante Yepes), cuatro (variante Aznar-Gamboa) y hasta la proposición minimalista Qom de una sola cuerda (variante N’viqué).
Independientemente de la cuantificación cordística adoptada por la instancia status-quantum del momento pulsístico que se considere, la cualidad unívoca sustantiva del vibrión subatómico sigue siendo KU=(n-1) elevado a la potencia inversa logarítmica de la raíz resultante de dividir el peso especulativo del pulsar por la cantidad de meones puntuales (visibles o no) existentes en el núcleo a la hora de la intersección euclidiana del arco con la primera de las cuerdas.
Sabido es también que, según el sentido de la vibración, KU es igual a 1 o -1, pero nunca 0 (cero, no o mayúscula, mamerto).
Entonces, en un espacio de tipo Kaluza-Klein, que llamaremos Kublai Kahn, la divergencia isométrica del cono de silencio arrojado…
…
… eee…
… eeeeeee…
… me perdí…
taqueloparió.
— DHB
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Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera