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Lo que me había estremecido de dolor, de ansiedad, la poesía y la aberración, el amor y el crimen, lo grotesco y lo exquisito…
…Para siempre. Y en Bomarzo, en mi Bomarzo.
Pier Francesco Orsini, duque de Bomarzo
(de la novela Bomarzo, de Manuel Mujica Lainez)
Detrás del muro
de bloques húmedos y umbríos,
donde las madreselvas
entretejen sus sueños de guirnaldas
y las aguas
escurren por las grietas
sus anhelos de mares inquietantes,
se yerguen las estatuas.
En ese laberinto de palabras
donde el alma extravía sin remedio
su destino
y donde para hallarte
sólo necesitás abrir los ojos,
te esperan los espectros
barrocos y amigables
que te conducirán por senderos
de ambiguas certezas
y certeras vaguedades.
Encontrarás allí,
tallados en la piedra inmemorial,
al tortuoso monstruo
del sueño recurrente
cubierto por el musgo
y el sarro de su abismo terminal,
la niña de agua
gorjeando su lamento de cenizas,
las runas del orfebre minucioso
que, con dedicación,
imprime en el granito
su nocturna sustancia de bambúes,
al prócer con su dedo levantado
dictando a las nubes
sus sentencias de girones desquiciados,
al carayá en su rama
aullándole a su sombra.
Descubrirás en cada recoveco
las pétreas masas taladradas
por mentes febriles,
crédulas, desvergonzadas,
que invocan
al dragón atorado de claveles,
al colibrí de oro,
al colmillo hiriente y despiadado
que desgarra la piel tensa de una idea,
a la colosal tortuga
de lágrima perpetua,
al corto petroglifo de una oruga
trepando el vientre gris de Jericó,
soplando su mínima trompeta.
Los líticos tocones
se transforman en nanas o espinelas,
en geométricas escalas,
en coloridas convulsiones tropicales,
en vórtice de desesperación,
en cielo azul
o arena…
Espuma su brumosa superficie
una alfombra de fértiles detritos,
de líquenes grisáceos,
de entintados mohos,
que nutren las raíces de esas piedras
ansiosas por mutar
en rítmicas, sonoras construcciones,
que sueñan con cinceles
royendo su promesa de prodigio;
sin prisa (ni piedad)
habrá palomas paridas de sus cantos,
estallidos de diamantes
o infectas secreciones
y nacerán furiosos Polifemos
que arrojen sus pedruscos impotentes
al barco del deseo.
En cada mole inerte hay un presagio,
un testimonio claro:
sangre de las manos fantasmales
que plasmaron (plasman) en la roca germinal
su voluntad de trascendencia
ahondando el laberinto
y su misterio.
¡Bomarzo! ¡Mi Bomarzo!
mi jardín de monstruos revulsivos
¡Bomarzo! ¡Mi Bomarzo!
de la roca nutricia y gestadora
Bomarzo…
del sueño genésico y la alucinación preñada
Bomarzo: jardín Ultraversal.
Nota:
Ultraversal es un foro de poesía donde encontré enormes poetas y pasé buenos momentos
— DHB
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera