Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

Donde hay una necesidad hay un derecho


A raíz de un brevísimo posteo de un amigo se disparó un interesante debate sobre el valor o disvalor de algunas expresiones culturales. En este caso se trataba específicamente de la música, pero vale para todas las ramas del arte.

¿Hay arte de calidad y arte berreta?
¿Cómo se clasifican lo bueno y lo malo? (hablamos de arte)

¿en la complejidad de la obra?
Hay melodías y letras que siendo sencillísimas, casi lineales, son de lo más bello que existe.

¿en el bagaje académico de los autores?
Yo, personalmente, lo descarto de plano. Primero existió el arte, después vinieron la codificación, el método, el estudio, la profundización.

¿en su capacidad de movilizarnos internamente?
Hay tantas cuerdas sensibles como seres humanos en la tierra. Perdón, infinitamente más, ya que a cada uno de nosotros se nos llega por infinitos caminos.

¿en los valores que representa y destaca?
En este caso (sin entrar en discusiones filosóficas sobre cuáles valores son mejores que otros) creo que lo único criticable serían algunas letras que promueven la agresión, la degradación o la humillación al otro. (hay un video muy interesante en facebook sobre el Reggaeton, sobre sus letras).
Y se podría seguir eternamente con preguntas por el estilo.

Recuerdo un video de youtube. El Polaco haciendo En el Hospicio (Pastoral) en ritmo de cumbia ¡cómo saltaron los talibanes del “buen gusto”! A mí me pareció genial que alguien quisiera llevar algo de poesía con contenido “importante” a un público casi condenado a escuchar “mueve la colita, arribas las manos, palmas palmas” y no mucho más.

El tema, me parece, pasa por la honestidad. Y a la industria del “arte”, le importa tres pitos eso, dale con lo que tenga salida rápida y ya. Y en la difusión masiva del arte (por tanto en el conocimiento-descubrimiento del mismo) manda el mercado: la industria de la música, la industria editorial, la industria del marchandismo.

Es cierto que a la mayoría de la gente no le gusta mucho procesar las cosas, el ejemplo más visible es el éxito de las empresas de comida chatarra/rápida, que se aplica también a la cultura. El tema es darle a ese público la posibilidad de probar otras cosas. Comete ese big mac, pero probá este grillado de pollo con champignón. Mañana dale un toque a este mix de verduras con aderezos exóticos… etc.

Muchas veces (por no decir casi siempre) pasa que las expresiones artísticas se dan en ambientes cerrados donde sólo van quienes ya saben de qué se trata. Esta semana estuve viendo decenas de videos, los famosos flashmobs, principalmente con arias de óperas o piezas de música clásica. En supermercados, aeropuertos, shoppings, en plena calle. El elemento común en todos es la gente disfrutando, relajada, y agradeciendo. Parejas que se abrazan y besan, niños asombrados y curiosos, viejitos que mueven los pies al compás de la música, sonrisas en todas las caras. Hasta al que podríamos calificar como el más zoquete, el más básico y cuadrado, se lo ve disfrutando esos momentos ¡si hasta los músicos disfrutan como no se los ve gozar en las salas de conciertos!

Y ahí ves que cualquiera, tenga la preparación que tenga, aprecia una obra bella, de la complejidad o la simpleza que sea, y que lo goza sinceramente. Y, repito, lo agradece.

Yo también pienso que hay expresiones de mayor y menor calidad, pero, como dice la famosa frase, no se puede amar lo que se desconoce. Consecuentemente, tampoco se puede evolucionar en la creación y en el “paladar”.

El Arte en las Calles debería ser política de estado, donde todos podamos respirarlo como al aire. Debería ser cosa de todos los días, siempre. Porque esa gente asombrada, acariciada por esas expresiones, esa gente agradecida que indudablemente se ve en esos videos, evidentemente necesitaban eso. Y, como dijo una de las mujeres que más admiro, donde hay una necesidad hay un derecho.

Arte en las Calles siempre, todos los días, para todos y todas, gratis. Porque nos lo merecemos y porque los artistas merecen que los conozcan todos, no sólo sus círculos de admiradores.
He dicho.

DHB