Secciones
En la tibia penumbra de este espacio
donde unos copos negros tiznan las sonrisas
y las voces se pierden en pasillos vacíos
como ángeles huérfanos sin norte ni caminos
te miraré a los ojos
para darte un espejo en donde veas los míos
En esta soledad llena de escaras
en este bosque de ilusiones secas
por la ardiente canícula que el odio
sopla incesante y sin clemencia
yo besaré tu frente
con un roce de jazmines en noviembre
En este mar de ácidos oleajes
donde se ahogan sin prisa los deseos
náufragos de maderos y de orillas
que ofrezcan sus arenas anfitrionas
yo tomaré tu mano
afirmándola en las rocas de mi pecho
En este páramo de ausencias blancas
como fantasmas que huyen de sí mismos
y las raíces son garras implorantes
de esquivos terrones de salitre
yo te daré mis besos
para que en ellos bebas y te sacies
Y cuando el vendaval sanguinolento
esté arrasando rostros y bondades
trayendo la metralla filosa del desguace
para herir la tierna piel
la vulnerable coraza que envuelve nuestras almas
mi espalda atajará las dagas del presente
mi brazo astillará los brazos de la muerte
mi grito aturdirá los tímpanos baldíos
de ese vociferante ogro que se cierne
como un alud de puños
sobre el tesón y la inocencia
sobre el amor y el compromiso
sobre la voluntad y la esperanza
Y será mi pecho entonces
un acolchado amparo
un nido
un arcón
un templo
un remanso de pastos y de grillos
con arroyos donde niños desnudos de mentiras
se bañarán con risas de prístinos destellos
Y seguro habrá un gato
una calandria
un perro.
— DHB
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Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera