Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

Disperso y enfocado

Es frágil mi atención, Señora mía,
se quiebra con el primer meneo de una hoja,
con el titilar mínimo y escaso
de la estrella más lejana,
con el croar de un sapo,
la rotura de una rama.

Débil, débil concentración
que huye y se dispersa
con el salvaje aroma de la tierra,
con la fugaz fragancia
de una flor que se abre en las tinieblas,
con la parábola fantasmal,
la curva etérea y colorida
del agua prismatizada tras la lluvia.

La quebradiza membrana de mi foco
se raja con una brisa
y un trino agazapado
desgrana sus cristales entonces obsoletos.

Disturba mis momentos, mi Señora,
el secreto caminar de las hormigas,
no las del montón encolumnado
en su minúscula carrera,
sino las que, solas,
articulan su inquietud exploratoria,
el pestañear nervioso de las aves,
el dispersar instantáneo
de un manojo de mojarras,
las arañitas, nautas en sus lianas
y hasta un avión kilómetros arriba.

Pero sobre todo, Señora, mi Señora,
Señora mía de mis antes, mis ahoras,
concentra el flujo de todas mis neuronas,
acapara el caudal de mis miradas,
tensa el timbal oculto de mis tímpanos
y orienta los electrones huérfanos de mi piel
el vórtice tractor,
la marejada que en mi pecho me convoca
a ignorar todo entorno
que no forme parte de su lúbrico universo:
sus ojos y su boca,
Señora,
numen agridulce de estos versos.

A veces escribo DHB