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Cuando mi último suspiro
desparrame sus vapores
en las cavernas del tiempo
libre ya de mis temores
cuando mis huesos no pidan
más de lo que puedo darles
y mis narices no huelan
nuca más los buenos aires
cuando, al fin, haya crepado
y estén buscando un lugar
donde arrojar mis despojos,
yo sé dónde quiero estar.
Que me monten en un cohete
y que me pongan en órbita
plantada firme en el culo
una antena parabólica
así estaré transmitiendo
para todos mis amigos
los ecos del universo
y algún que otro partido.
Y los que acaso me vean
con una estela, en el cielo,
sepan que solo serán
mis astronómicos pedos
de fiambre que se fermenta,
encendidos por algún
meteorito sotreta
chocando a este pelandrún.
Y en mi flamígera huída,
escribiendo con mis gases
mensajes de despedida
con cocacoleras frases,
diré “¡Hasta pronto, adiós!
¡Ya nos estaremos viendo,
y si no podemos vernos
nos estaremos oliendo!”
— DHB
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera