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Primero hay que elegirla
del nidal del misterio
donde el dragón selvático
depositó sus huevos
pequeñas y rugosas
o enormes y brillantes
yo prefiero las últimas
por su derroche verde
debe tener buen peso
ser más grande que un puño
no importa que su cáscara
presente leves marcas
(leves, tan solo leves)
o un pequeño rasguño
la tantearás despacio
presionando su carne
con suavidad de amante
a la espera del beso
hundir, sin lastimarla,
- tan sólo unos micrones -
tus dedos en su piel
y sentir cómo cede
su cuerpo generoso
a ese requerimiento
de estado y madurez
con sus tonos brillantes
donde el sol ha pintado
la fuerza del follaje
del suelo americano
o con tintes violáceos
te invitará a llevarla
del mercado a tu casa
pintando una sonrisa
selvática en tu cara
y ya sobre una tabla
(altar de los altares
del rito culinario)
ofrecerá su esencia
su grato sacrificio
para el imaginario
de quien con sabio oficio
con esas dos mitades
de lujuria cremosa
satisfará papilas
y ávidos paladares.
En el cuenco pastoso
(el centro receptivo
de ideas, fantasías)
la imaginación
hará un festín de oliva,
morrones o palmitos,
vinagre o salsa golf
o en dados relucientes
de lúbrica ternura
se mezclará con quesos
con la acidez alegre
y turgente del tomate
(ese fruto que esconde
la lisura del beso)
y el picor amigable
de tónicas cebollas
que inunda nuestro pecho
de épicos deseos.
En tiempos veraniegos
irá a la fresca copa
que aúna camarones
palmitos y manzanas
alcaparras y nueces
en el abrazo amable
de la maternal crema
y en láctea comunión
mar y tierra festejan
con un brindis nutricio
el deleitante encuentro
la fiesta del sabor.
Las posibilidades
son muchas y variadas
su carne generosa
en una algarabía
de brillos y de sombras
colores y texturas
será la tierra arada
donde crezca el placer
a mí en lo personal
como con las mujeres
me gusta despojada
sin rimmel, pintauñas
ni bocas decoradas
sencilla, sin adobos,
pura y original
partida en dos mitades
la como a cucharadas.
— DHB
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Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera