Lasiurus
La tosca criatura hundió sus alas en la noche
batiendo temores y luciérnagas
arremolinaban misterios fosforescentes
alrededor de su tácita figura
perceptible sólo como una ausencia
en el fondo tachonado de blancas injerencias
Secciones
(bolsillo/mis pruebas)
Ejemplo de Tabbox
La tosca criatura hundió sus alas en la noche
batiendo temores y luciérnagas
arremolinaban misterios fosforescentes
alrededor de su tácita figura
perceptible sólo como una ausencia
en el fondo tachonado de blancas injerencias
A los seis años uno apenas comenza a salir del estado larval (aunque algunos no lo consiguen en toda su vida) y yo era una larva algo temerosa ante los extraños, bastante solitaria, pero lo suficientemente curiosa como para ser optimista con respecto a mi vida social. Claro, no para un ¡waaaaaaa! ni nada cercano, pero sí para lograr ser discretamente sociable.
Dentró un grillito en el rancho
y el gato que lo pispiaba
dende abajo de la mesa
ya encimita le saltaba.
¡grillo, grillo, grillo cricrí
grillo sal de ahí!
Queriendo salvar a bicho
(animalito de dios)
manotié la cola al gato
y las uñas me clavó.
¡gato, gato, gato ronrón,
eso sí que no!
Video
El aro de fuego
gira lentamente
en la espesa brea
reflejos rojizos
brillan humedades
de muros oscuros
desde los rincones
la fosforescencia
de unos ojos verdes
duplican el aro
que rueda en la noche
sin tic-tacs
ni puertas.
Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.
Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.
¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende
desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.
Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.
¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera