Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Oblivion

De a poco
pie a pie
muslos
hombros
voy sumergiéndome en el beso lento de tus manos

el suave oleaje de tu tiempo
mesa la dócil mata de mis recuerdos
que van cayendo uno a uno
con volteretas gráciles y leves
en el apacible estanque del olvido

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Prosa

Reformulación de la teoría de cuerdas

Como sabemos, la Teoría de las Cuerdas (o Conjetura Yepes-Casals-Oistraj ampliada) empezó a formularse en 1974, cuando Jöel Scherk y John Schwuarz fueron expulsados del quinteto de vientos La Soplacaños, acusados de intento de infiltración instrumental por backdoor (historia que será contada, o no, en su debido momento).

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Humor

Campo minado

Dispersos por la vereda
en estratégica trama
acechan, fétido drama,
al caminante apurado
para empastarle el calzado,
sea caballero o dama.

Un señor muy atildado
de monóculo y leontina
saca a la joya canina
a soltar su intestinada
y se va, como si nada,
dejando el “boyo” en la esquina.

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Nubes a cuerda

Cric crac

Haciendo chirriar sus engranajes
el pájaro mecánico
intenta el movimiento

como un otoño solar
se desprenden y planean
sus plumas de fuego

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!