Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Ya llega


Hay un silencio que excede el misterio de la hora

el mundo se ha escondido
buscando el arcaico temor a las tormentas

Aún no llega la deflagración del cielo
apenas un rugir sulfuroso
asoma en el horizonte hambriento

abre sus fauces
y un borbotón de resplandores ilumina sus entrañas

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Prosa

Nubes pasajeras

¡No, por favor! ¡Otra vez la lluvia! ESTA lluvia. Con su oscuridad pegajosa que se adhiere a mi piel como un alquitrán nocivo y malicioso.
¡Y esos sonidos! Esa conspiración solapada de chasquidos, rugidos y rumores de caracoles en cascada que el agua provoca en banquinas y surcos ¿Es que nadie lo nota? ¿Nadie escucha, bajo el chapoteo aparentemente inocente y alegre de las gotas en los charcos, el cuchicheo maligno de cientos, miles, de pequeñas voces, proferidos por bocas malditas? ¿Nadie advierte la bestia que brama en las alturas, con sus miradas llameantes que al destellar resaltan las negras grumosidades de las nubes? Sus infectas fauces cuyo aliento estremece las copas de los árboles ¿nadie las ve?

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Humor

De vez en cuando la saco a pasear

Sola
de pie en un vaso
cubierta por un polvo cómplice
demostrativo y delator
olvidada como una rosa de amores contrariados
casi seca como una triste bestia desangrada
herida
despechada
casi abandonada

mi lapicera planea el asesinato
de mi computadora.

DHB

Nubes a cuerda

Iris

El aro de fuego
gira lentamente
en la espesa brea

reflejos rojizos
brillan humedades
de muros oscuros

desde los rincones
la fosforescencia
de unos ojos verdes
duplican el aro
que rueda en la noche
sin tic-tacs
ni puertas.

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!