Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

osnopseR

Cuando la inmortalidad me alcance
levándose de un soplo
todos mis movimientos,
comiéndose mis carnes,
pulverizando mis huesos;

cuando la noche encienda
en mis ojos sus luceros
y opaque la mirada terrenal
que habita en estos cuencos
rebosantes de asombro,
inyectados de anhelos

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Prosa

Soy la brisa impertinente

¿Dormís aún?

Agito las cortinas para vos, doy una vueltas por la habitación, volteo una página del libro que leíste anoche y entro discreto en tu sueño.

Lo hago primero por el mechón de tu frente y te das vuelta.

Recorro suavemente tu contorno dibujado en las sábanas. Asoma un pie y allí me dirijo. Dedo a dedo me filtro a tu tobillo, es suave y tibio. Tiene la suavidad de las cotidianidades no estrenadas.

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Humor

De vez en cuando la saco a pasear

Sola
de pie en un vaso
cubierta por un polvo cómplice
demostrativo y delator
olvidada como una rosa de amores contrariados
casi seca como una triste bestia desangrada
herida
despechada
casi abandonada

mi lapicera planea el asesinato
de mi computadora.

DHB

Nubes a cuerda

Iris

El aro de fuego
gira lentamente
en la espesa brea

reflejos rojizos
brillan humedades
de muros oscuros

desde los rincones
la fosforescencia
de unos ojos verdes
duplican el aro
que rueda en la noche
sin tic-tacs
ni puertas.

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!