Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Momento rojo


En la voraz enredadera de tus brazos
entrego mi voluntad y mi deseos
soy víctima feliz
niño en su cuna saciado y arropado

sueño una playa tibia por tu ombligo
y subo a las alturas de tu boca
donde bebo la roja boa de tu lengua
que se anuda
prensil
a mi requerimiento

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Prosa

Soy la brisa impertinente

¿Dormís aún?

Agito las cortinas para vos, doy una vueltas por la habitación, volteo una página del libro que leíste anoche y entro discreto en tu sueño.

Lo hago primero por el mechón de tu frente y te das vuelta.

Recorro suavemente tu contorno dibujado en las sábanas. Asoma un pie y allí me dirijo. Dedo a dedo me filtro a tu tobillo, es suave y tibio. Tiene la suavidad de las cotidianidades no estrenadas.

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Humor

Y bue...

Si de escribir se trata, no me niego
a estar con el trasero, quietamente,
anclado en mi butaca, indiferente
a toda circunstancia ajena al juego
de hallar una metáfora decente,
o la chispa inicial que ponga fuego
a la lumbrera interna con que luego
ilumino el vacío de mi mente.

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Nubes a cuerda

Rousseau


Un disparo
perfora la cartulina azul
y con brutal descompresión
la oscuridad se escapa

De pie a su lado
respirando en el cuello mentiroso
la fiera acecha el sueño
del Aduanero que sueña
que sueña que sueña
que un día visitó la selva

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!