Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Besando el aire

a Micaela Chauque, vientista norteña

El viento silbaba coplas
en el vientre de su madre,
por eso la Micaela
al viento música lo hace.

Besando cañas nos cuenta
la india historia de su sangre,
con la dureza del cobre,
con la dulzura del Ande.

¡Ahí viene la Micaela
besando el aire!
¡quiero ser caña del norte
para que quieras besarme
y como un río melodioso
en tu boca desbocarme!

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Prosa

Donde hay una necesidad hay un derecho


A raíz de un brevísimo posteo de un amigo se disparó un interesante debate sobre el valor o disvalor de algunas expresiones culturales. En este caso se trataba específicamente de la música, pero vale para todas las ramas del arte.

¿Hay arte de calidad y arte berreta?
¿Cómo se clasifican lo bueno y lo malo? (hablamos de arte)

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Humor

Diagnosis de una desgracia

Dos doctores novatos observaban
el andar vacilante de un anciano
- torcido y pesaroso aquél humano -
y, al vuelo, un diagnóstico intentaban.

- Que el ciático está malo - sentenciaban,
el primero, de su saber ufano,
y el segundo, haciendo contramano,
que era la osteoporosis. Y así estaban…

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Nubes a cuerda

Rousseau


Un disparo
perfora la cartulina azul
y con brutal descompresión
la oscuridad se escapa

De pie a su lado
respirando en el cuello mentiroso
la fiera acecha el sueño
del Aduanero que sueña
que sueña que sueña
que un día visitó la selva

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!