Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Buceador cacharrero


Yo soy buceador
sin brújulas ni puertos
sin velas ni fanales
sin anclas ni luceros
y muchas veces
muchas
sin tanque de reserva

Soy como un pez que observa
las ondas submarinas
a la espera de un algo
de una señal mínima
que lo lleve a un tesoro
recóndito y arcaico

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Prosa

Aproximanción a la poesía

La poesía es quizás el arte más incomprendido (y menos difundido) por lo inasible, ya que pertenece y está dirigido al mundo de las ideas, a ese universo quebradizo, voluble, contradictorio, pleno de infinitas bifurcaciones, efímero en su incosistente levedad (como el humo de un fantasma incinerado por el fuego de la palabra) que es el intelecto.

Es el elemento que altera decididamente nuestras propias abstracciones, nuestros deseos más incógnitos, nuestras imágenes más oníricas, nuestras angustias más soñadas o nuestros placeres más temidos.

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Humor

Campo minado

Dispersos por la vereda
en estratégica trama
acechan, fétido drama,
al caminante apurado
para empastarle el calzado,
sea caballero o dama.

Un señor muy atildado
de monóculo y leontina
saca a la joya canina
a soltar su intestinada
y se va, como si nada,
dejando el “boyo” en la esquina.

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Nubes a cuerda

Iris

El aro de fuego
gira lentamente
en la espesa brea

reflejos rojizos
brillan humedades
de muros oscuros

desde los rincones
la fosforescencia
de unos ojos verdes
duplican el aro
que rueda en la noche
sin tic-tacs
ni puertas.

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!