Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Brisa nocturna

Con las ventanas abiertas al fresco de la noche
entrego mis poros a la suave caricia
y en litúrgica espera de tu nocturno beso
se aúnan en las sombras dos incógnitas:
cuerpo y brisa

Tendido en el lecho
la intáctil materia recorre mis nostalgias
mis volátiles sueños
la extraña telaraña de simples alegrías
y el misterioso cofre de anhelos y recuerdos

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Prosa

La giganta furtiva

(micro cuento)

Cuando la giganta pasó corriendo a mi lado como una chiquilla con su molinete, los temblores que provocaban sus pisadas casi me tumban de la reposera donde disfrutaba del espléndido sol.

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Humor

Gongorando

Un hemistiquio inicia mi verso alejandrino
y una segunda parte completa su misión
serán catorce versos que marquen el camino
y una cesura o pausa como verbal mojón.

Con éste dos cuartetos de rítmico destino
completo y es el medio de un texto juguetón.
Si, ya casi llegamos, seguro que le atino.
Pues sí, el centro justo: el anterior renglón.

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Nubes a cuerda

Iris

El aro de fuego
gira lentamente
en la espesa brea

reflejos rojizos
brillan humedades
de muros oscuros

desde los rincones
la fosforescencia
de unos ojos verdes
duplican el aro
que rueda en la noche
sin tic-tacs
ni puertas.

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!