Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Cristal


¿Qué hora será
que el aire está vacío de voces y de pasos?

Me asomo a mi ventana
y la realidad parece congelada
como una maqueta en un globo de resina

¿Será la hora del amor?
¿la de las sábanas húmedas y los cuerpos aceitosos
que batallan el deseo entre mordiscos y suspiros?
sus ayes y alaridos contenidos
no atraviesan los muros del silencio.

Leer más...

Prosa

Savia

Me acomodo en mi escritorio, frente al blanco brillante de la pantalla, intentando un inicio.

La presuntuosa marea de mi mente comienza a esbozar las sabánicas orillas de un bosque, con sus terciopelos y sus matas, el lomo sugerido de alguna bestia, los pequeños matorrales que orlan la verde falda de la espesura inminente.

Leer más...

Humor

Chacarera del grillito

Dentró un grillito en el rancho
y el gato que lo pispiaba
dende abajo de la mesa
ya encimita le saltaba.

¡grillo, grillo, grillo cricrí
grillo sal de ahí!

Queriendo salvar a bicho
(animalito de dios)
manotié la cola al gato
y las uñas me clavó.

¡gato, gato, gato ronrón,
eso sí que no!

Leer más...

Nubes a cuerda

Aullando

La hematocrisis continua
de la lámpara de lava
es la pesadilla consciente
del vampiro encadenado

Oscuro Prometeo
su boca
borboteante de saliva
maldice a Pavlov
y clama por una estaca.

Leer más...

Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!