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Por el frente de mi casa
una calle sin veredas
a veces trae alegrías,
otras se lleva las penas,
y entre llevando y trayendo
puede haber un viceversa.
Que las penas van y vienen,
las alegrías también,
y a veces sin darte cuenta,
nomás en un santiamén,
en una cuita florece
la luz de un amanecer.
¡Ay, callecita empinada
para abajo y para arriba!
cincho o empujo las penas,
empujo o cincho alegrías,
y la vida se entretiene
con bajadas y subidas.
A veces la luna viene
rodando, si es luna llena,
por la callecita oscura,
misteriosa canaleta.
Y si es creciente o menguante
se acuna y se balancea.
Y el sol, lloviendo sus flores
doradas de mostacilla,
funde su río de luces
volcando la algarabía
en el crisol de la calle
que se enciende en pleno día.
¡Ay, callecita soleada,
callecita enlunecida!
el sol añora tu noche,
la luna extraña tu día,
sol y lunita adornando
la piel de la calle mía.
Por el río de mi calle
va navegando la gente
vadeando los sinsabores
y atrapando con sus redes
las alegrías esquivas,
resbalosas como peces.
Y con remos de esperanza,
con la natural porfía
callada del pescador,
con temor, con osadía,
bogan de ida y de vuelta,
bogan de vuelta y de ida.
¡Ay, calle de subibaja,
de cuneta, sapo y flor,
río de sueños mojados
por fortuna o sinsabor,
en el muelle de mi puerta
sueñan la luna y el sol!
DHB
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Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera