Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Rosita, La Ferroviaria

Dicen que era muy bonita
de niña y de muchachita
cuando comenzó rodar
por andenes y vagones
vendiendo caramelitos
a quien quisiera comprar.

Luego, ya más grandecita
muchacha enamoradiza
tuvo un novio por mes.
Todos ellos ferroviarios
todos muy olvidadizos
cuando llegaba el bebé.

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Prosa

Paréntesis


Los contornos de la ciudad se estremecieron sordamente con un movimiento de animal subterráneo. El crepúsculo sobredibujaba un eco rojizo en el círculo lejano del horizonte, pero nadie lo vió (la barrera de hormigón, eterna, inquebrantable).

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Humor

Diagnosis de una desgracia

Dos doctores novatos observaban
el andar vacilante de un anciano
- torcido y pesaroso aquél humano -
y, al vuelo, un diagnóstico intentaban.

- Que el ciático está malo - sentenciaban,
el primero, de su saber ufano,
y el segundo, haciendo contramano,
que era la osteoporosis. Y así estaban…

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Nubes a cuerda

Crepúsculo

Me recuesto en el arco del crepúsculo
estirando mi conciencia
adelgazando mis fibras esenciales
como una cama elástica

en ella se solazan
atroces criaturas de incógnita belleza:
réplicas monstruosas
metálicas y absurdas
de insectos fabulosos

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!