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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.
Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.
Profeta del Musgo,
tallador de verdines en espera,
escalador de hongos tiernos,
cazador de sombras aguachentas.
Jinete de oniscideas y lombrices,
me pierdo en el camino de la hormiga.
Una a una van cayendo
las notas de su piano
y con el lento
ejecicio inocente
pueblan la tarde ausente.
Inicia y se detiene,
duda y recomienza
Do
Re
acunando la siesta.
Do
Re
Mi
insiste en insistir.
a la vientista norteña Micaela Chauque
Es en ese punto exacto
donde el viento se subleva
en huracán de ternura
de tibia brisa en espera
donde la inflexión del aire
es una daga sedienta
de la magia de tus notas
en una caña que sueña

Resignado a un limbo insustancial
me dejo llevar por los delirios del desvelo
¿Quién sabe? quizás sus gases narcóticos
despierten amorfas floraciones
o imposibles melodías.
I
Un reloj taconea a mi costado
su solitaria travesía de horas rengas.
II
El farol de la calle
dora el cerco que asoma a mi ventana
y una selva de ámbar
invade mi trópico de ensueños.
III
Por momentos trae la brisa
recuerdos de rosales
y floto un poco en su dulzura
evocadora de otros pétalos
ya llevados por el viento.
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