Está todo dicho
Es cierto
todo está dicho
sobre el amor y la muerte
sobre la felicidad y el olvido
ya demasiada gente
transitó los caminos
del decir la vastedad
la euforia
la desazón
el viaje sin destino
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(bolsillo/mis pruebas)
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Es cierto
todo está dicho
sobre el amor y la muerte
sobre la felicidad y el olvido
ya demasiada gente
transitó los caminos
del decir la vastedad
la euforia
la desazón
el viaje sin destino
Me puse a ver una película que no vi en su momento (hace apenas 52 años), las chicas de mi edad (o por ahí) la recordarán: Melody. 1)
Aún con los parámetros de degustación cinematográfica de hoy sigue siendo una linda película.
Estrenada en el 72 (yo con 13 años. Los personajes 10 o 12), no sé cómo la hubiera sentido en su momento, pero me identifiqué (hoy) con los planteos de los chicos, bah, con los de ella, que fue quien más habló. Yo me enamoraba a morir desde los 8 años, y digo ENAMORAR, con todas las letras y toda la carga del término. Como para renunciar a todo, como para dar la vida, como para pasar una eternidad tomados de la mano, como para desear envejecer mirando a los ojos. Incluso como para institucionalizarlo con el casamiento.
Se puede amenazar sin disimulo
y anunciar en un título capcioso
un tema levemente escandaloso
como el que más arriba yo formulo.
Sin vergüenza, feliz, me congratulo
del soneto falaz con el que engroso
el bagaje ridículo y latoso
de las tantas sandeces que acumulo.
Video
Me recuesto en el arco del crepúsculo
estirando mi conciencia
adelgazando mis fibras esenciales
como una cama elástica
en ella se solazan
atroces criaturas de incógnita belleza:
réplicas monstruosas
metálicas y absurdas
de insectos fabulosos
Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.
Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.
¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende
desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.
Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.
¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!
Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas… necesarias para quien las profiriera